Discurso de la Rectora de la Universidad de Oriente en el Acto por el 162 Aniversario del Natalicio de José Martí
Cementerio Santa Ifigenia
28 de enero del 2015. 8:30 a.m.
Estimado Lázaro Expósito Canto, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y su primer secretario en Santiago de Cuba;
Estimado Reynaldo García Zapata, presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular en nuestro territorio;
Estimados dirigentes del Partido, el Gobierno, la UJC y las organizaciones de masas; combatientes del Ejército Rebelde, de la lucha clandestina, de las FAR y el MININT;
Queridos estudiantes de los centros de enseñanza que nos acompañan en esta hermosa mañana:
Santiagueras y santiagueros:
«Un pueblo libre y justo es el único homenaje propio de los que mueren por él». Así escribía José Martí en el “Discurso pronunciado en honor a Fermín Valdés Domínguez», el 24 de febrero de 1894.
Con esta bella y profunda frase del cubano universal iniciamos el homenaje a su memoria, a su riqueza, a su inagotable fuente de enseñanza; y confieso que resulta un reto y un compromiso inmenso rendirle tributo.
Nuestra nación le ha otorgado, justamente, el título de Héroe Nacional, uno de los mayores reconocimientos que pueden conferirse.
Su aniversario es un momento imprescindible para referirnos a su asombrosa trayectoria y relevancia. Hacerlo, además, en este significativo lugar, donde se encuentra parte importante de nuestra historia, junto a los restos de muchos héroes, nos permite recordar pasajes de sus vidas y hacer de alta significación este momento histórico.
La obra de Martí en la historia de Cuba es extraordinaria. Su vigencia asombra a todos los que estudiamos su labor. Su capacidad de unir a los cubanos en un mismo propósito, más allá de las diferencias, es el resultado de un liderazgo indiscutible y una visión política excepcional. Él fue defensor de una cultura con base en el respeto a la dignidad humana, a la justicia, a la bondad, a la soberanía de los seres humanos de asociarse. Revisar el humanismo martiano nos refleja su grandeza.
La educación de Cuba tampoco sería la misma sin José Martí. ¡Cuántos niños habrán depositado esta mañana una flor al Maestro! ¡Cuántos libros recogen su vida y obra, con el sano propósito de llevarla por encima de los límites del tiempo, haciéndola siempre universal! ¡Qué reto tenemos, como educadores, como cubanos, en lograr que esos pinos nuevos vean más allá de los merecidos homenajes y descubran al pensador, al intelectual, al visionario, al hombre…!
Cuando aprendemos de su elección por convicción, de estar siempre al lado de los desposeídos, de los más simples, de los más necesitados, ejercemos mejor nuestro papel como seres humanos. ¿Cómo entender estos principios desde el quehacer juvenil? ¿Cómo apropiarnos de sus enseñanzas a tantos años de su natalicio? ¿Cómo aprender cada día de su patrimonio?
Son muchos los desafíos, sobre todo cuando vivimos en una época tan compleja como esta, donde la informatización y rapidez de la tecnología movilizan pensamientos, a la vez que reducen el contacto personal y, paradójicamente, distancian a las personas.
Nuestra juventud, como ha sido a través de la historia de nuestra patria, debe llevar las banderas de las ideas con amor, lograrlas desde el pensamiento y manifestarlas en el quehacer diario; hay que imprimir en cada labor actos de pasión y belleza, de buen gusto, de un amor entendido como energía revolucionaria, de buenos gestos, de buenas acciones, de buenos ejemplos, de belleza interior.
Debemos propiciar más el acercamiento de los jóvenes al Héroe Nacional. Quizás, una excelente manera de lograrlo sea recordar que Cuba ha visto a muchos de sus hijos, inspirados en Martí, construir luego una obra propia. Mella, Villena, Guiteras, Fidel, Raúl… un día fueron rostros como los que hoy rinden homenaje al Maestro en este lugar imprescindible de nuestra nación.
Gracias a muchos jóvenes, el Apóstol no murió en el año de su centenario: lo mantuvieron vivo en aquel Moncada que la historia también legó a Santiago de Cuba, iniciando la Revolución que nos ha guiado hasta hoy. El pueblo santiaguero celebra, junto a todo el país, el 62 aniversario de esa gesta que nos enorgullece.
Estas palmas desde su icónica cubanía, nos observan y custodian siempre, en el acto de rendirle homenaje al más universal de todos los cubanos. Hoy parecen más altas, quizás en un noble esfuerzo por mantener su estatura ante un pueblo que progresa en cada jornada.
Crece cada día el pueblo cubano y quizás sea este el mejor homenaje que podemos rendir a nuestro Apóstol. Crecemos con cada cooperante de la salud que lleva la doctrina martiana de que “Patria es Humanidad”. Hemos crecido durante casi seis décadas, construyendo una sociedad mejor. Esta nación convirtió en una bandera la idea martiana de levantarnos con todos y para el bien de todos.
Para los santiagueros es un motivo de inmenso orgullo saber que aquí está el Maestro. Y no me refiero solamente a este imponente mausoleo que preserva sus restos físicos: José Martí está en cada calle de la ciudad que celebra sus cinco siglos. En cada obra en homenaje al 500 aniversario de la Villa de Santiago de Cuba, en cada escuela, fábrica, en cada acción estará el Maestro con su luz y con su indescriptible enseñanza. En cada hombre o mujer que siente la cubanía en lo más profundo de su ser.
Cada poeta, cada educador, cada artista es un Martí. Y también lo es cada agricultor que convierte su esfuerzo en fruto, cada adolescente que se forja con los mejores valores, cada deportista que llora de emoción cuando ve su bandera en la posición más alta, cada militar que defiende la seguridad de esta nación caribeña. Cada uno de ellos es un Maestro en su propia clase. Representan las más sagradas esencias nacionales que parecieron confluir en el hombre que nos ha reunido esta mañana, a 162 años de su natalicio.
Santiagueras y santiagueros:
El 2014 fue un año que nos recordó, de manera excepcional, la vigencia de Martí. Un año atrás recibíamos en La Habana a los representantes de los pueblos de la Patria Grande, como él mismo soñó. Qué orgullo para cada martiano ver cómo nuestro archipiélago se convirtió en la capital del continente, en la misma jornada que celebramos el aniversario de este hombre latinoamericano.
En diciembre recibimos la noticia de que un nuevo escenario político comenzaba a gestarse. Y pensamos nuevamente en Martí. En sus enseñanzas. En cómo unió a los cubanos y fue capaz de vencer adversarios formidables. Su vigencia es contundente ante este nuevo camino que hemos iniciado como nación.
En el Maestro pensamos cuando recibimos a nuestros Héroes. Cuando nos conmovimos ante las imágenes de un reencuentro, donde tampoco hubo tiempo de sacudirse el polvo del camino. Donde vimos nuevamente a héroes llorar de la emoción, frente a sus esposas, a sus madres, a su pueblo…
Felicitémonos cubanas y cubanos. Hoy nació un hombre grande. Grande por su pensamiento y acción. Fuimos privilegiados de que el destino eligiese a Cuba como su cuna. Porque fue en esta nación donde tuvo la experiencia, los valores, y la motivación para dar lo mejor de sí y trascender, hasta la mañana de hoy y muchas mañanas más.
«Un pueblo libre y justo es el único homenaje propio de los que mueren por él…. retomo la frase inicial del poeta»
Rindamos homenaje a José Martí, porque es rendir homenaje a nuestra Patria y a nuestros símbolos, que nos definen como cubanos, latinoamericanos y universales.
Muchas gracias
La Rectora, durante el discurso en el Acto de Homenaje a José Martí con motivo de su 162 aniversario, efectuado este 28 de enero. Foto: Rovier Mesa Rodríguez
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